Detectar anomalías visuales en los niños es de suma importancia para garantizar la correcta salud ocular de los más pequeños. Por ello, vamos a repasar algunos de los test visuales infantiles más comunes.
Son muchos los test visuales para niños cuyo objetivo es determinar la agudeza visual o si existe algún tipo de deficiencia en la vista. Sin embargo, los 3 test que describimos a continuación son los más frecuentes en consulta oftalmológica.
Lo que se consigue con este examen ocular es medir la agudeza visual de los niños. Puede realizarse en edades muy tempranas y las garantías de éxito en el diagnóstico son elevadas.
El especialista le muestra al menor una serie de dibujos que el pequeño reconocerá con facilidad. En primer lugar, se muestran las imágenes a gran tamaño, para averiguar si el niño las identifica todas y posteriormente se va mostrando cada dibujo en tamaños más reducidos.
El paciente debe ir contando qué es lo que ve en cada una de las imágenes y el oftalmólogo irá analizando su expresión y los gestos que va realizando.
El examen se realiza a unos 4 o 5 metros de distancia de las imágenes y se lleva a cabo primero con un ojo y luego con el otro.
El procedimiento del examen oftalmológico es similar al que se lleva a cabo con el Test de Pigassou, pero en este caso, en vez de varias figuras diferentes, solo se muestra la letra “E” al niño.
Algo curioso es que no resulta necesario que el menor sepa identificar la letra ni que comprenda lo que muestran los dibujos. El oftalmólogo mostrará la letra “E” en varias posiciones y el niño tendrá que indicar la orientación de la misma.
Si la revisión oftalmológica se está realizando a un niño muy pequeño se le puede pedir que indique con su dedo pulgar hacia qué lado miran las patitas de la letra.
El último test visual infantil está indicado para pacientes muy pequeños. Suele llevarse a cabo en niños de entre 6 meses y 2 años de edad. Por lo tanto, es muy probable que se realice durante la primera revisión de la vista infantil, que se recomienda llevar a cabo a edades muy tempranas.
El examen consiste en enseñar al niño unas láminas que tienen rayas blancas y negras sobre un fondo gris. Las franjas cada vez son más finas, por lo que llega un momento en el que el menor deja de seguirlas con la mirada. El especialista observa al niño a través de un orificio, para comprobar que sigue con la mirada la secuencia de imágenes. Cuando el paciente deje de girar la cabeza se podrá determinar la agudeza visual del pequeño.
Es importante realizar este test visual con cierta rapidez, para evitar que el niño pierda la concentración durante el proceso.